¿Se puede saber todo sobre el amor?

Por: Xiomara Aponzá, Nery Guzmán, Angélica Cortés y Alion Bohórquez.

Hace algunos días llegó a nuestras  manos el libro “Todo sobre el amor”  de la escritora estadounidense (ya  fallecida) bell hooks; un lindo regalo  del club de lectura Vení Te Leo de  Manos Visibles. Cada una de nosotras  inició la lectura a solas y cuando nos  reunimos para compartir nuestras  impresiones, pudimos reconocer  algunas sensaciones y  cuestionamientos en común que  fueron surgiendo desde la experiencia  individual de la lectura. Sin duda, es  una lectura sencilla y entretenida que  al iniciar problematizando el amor  logra capturar la atención de sus  lectores, porque al ofrecer una  definición amplia sobre este concepto,  también integra otros temas que lo  transversalizan como el patriarcado, el  capitalismo, y la religión. Sin  embargo, a lo largo de la lectura  también aparecieron elementos que  nos resonaron ¿se puede saber todo  sobre el amor? ¿nuestros deseos  optimistas de transformar el sistema  desde el amor, puede derribar las  estructuras sociales que lo atraviesan?  y otras preguntas que consideramos  pertinentes poner sobre la mesa. 

 Cuando nos reunimos como club de  lectura en voz alta, estuvimos de  acuerdo en que hooks nos lleva a  pensar sobre el amor, no como un  elemento aislado que ocurre de  adentro hacia afuera, sino también en  el que se integran factores  estructurales que influyen de afuera  hacia adentro; así, lo define como una  voluntad de desplegar el propio yo  para fomentar el crecimiento  espiritual de uno mismo y de la otra  persona; esto, citando al autor Scott  Peck. 

Después de ello, a lo largo de los  capítulos la autora continúa nutriendo  esta definición, añadiendo elementos  importantes como el reconocimiento  del otro y sus derechos, la renuncia al  deseo de dominación, la ausencia del  miedo, el compromiso y la verdad  como ética del amor. Además, intenta  descentralizar el amor eros como el  más importante y presenta también el  amor filial, amistoso y comunitario  como aspectos que se interconectan. 

Viajamos a nuestras infancias  cuando bell nos sugiere que las  relaciones primarias implantan ideas  de manera consciente e inconsciente  sobre lo que significa el amor, incluso  pone en cuestión las prácticas de  crianza en las que el castigo físico se  incorpora como una de las principales  estrategias de educar y “amar” y cómo  este ejercicio hace que sea conflictivo  para un futuro adulto comprender el  amor sin maltrato. Estas reflexiones  logran conectar con nosotras, pues  desde nuestras profesiones como  psicóloga, trabajadora social,  historiadora y educadora popular  reconocemos la importancia de cómo  se viven las infancias y el contexto en  el que estas transcurren. Como  mujeres nos sentimos identificadas  cuando la autora afirma que el género  desde el cual nos asumimos, que  además está construido desde una  cultura patriarcal, favorece unas  experiencias específicas con el amor,  que es por esto que la literatura sobre  el amor que en su mayoría está escrita  por hombres habla desde la fantasía y  la escrita por mujeres, desde la carencia; logramos reconocer en nuestro entorno esa tendencia de la  mujer como suplente de la madre que  entrega todo en las relaciones  amorosas, por eso más adelante nos  generó inquietud la forma como nos  propone una idea de sufrimiento y  lucha para vivir el amor, que al parecer  no tiene límites. 

 Algo interesante empezó a aflorar  cuando avanzábamos en la  socialización de los capítulos, porque  empezamos a interpretar un tinte  positivista en la autora, que incluso  cita recursos que consideramos de  autoayuda y que casualmente a todas  nosotras nos generó ruido por las  concepciones que tenemos sobre las  personas en relación con su entorno.  Así, empezamos a vivir varias  emociones en esta aventura, ¿es  contradictorio que al mismo tiempo  que se hable de la influencia de lo  estructural en las experiencias  individuales, se hable también de la  posibilidad de cambiar todo si tenemos  la voluntad y usando el recurso del  amor? para nosotras sí lo es un poco,  específicamente en la manera en la que  bell aborda el espacio laboral, de algún  modo ella lo dimensiona como un  escenario que se puede transformar  desde el amor individual y en ese  sentido es necesario pensar en qué  ámbitos de nuestra vida cotidiana  verdaderamente dependen de nuestra  voluntad y de nuestros actos de amor,  puesto que, existen realidades -sobre  todo en la vida cotidiana de las  mujeres- en las que la voluntad y el  amor por lo que hacemos no son  suficientes para cambiar nuestras  condiciones y en este caso puntual, las condiciones estructurales del sistema  laboral. 

 Y en este vaivén de emociones, de  tomar distancia de algunos  fragmentos y afinidad con otros, nos  resultó interesante la manera como  luego la autora aborda la influencia del  capitalismo en la concepción del amor,  cuando ella habla de cómo desde el  sistema consumista se imparte la idea  del amor como una carencia que puede  ser cubierta con elementos materiales,  nos llevó a pensar en esos comerciales  que vemos de manera constante en la  televisión y en las redes sociales donde  se vende el amor a través de artículos  que generan estatus social, un carro,  un celular de alta gama, un perfume  caro; entonces encontramos una  relación entre capitalismo, el deseo de  dominación sobre los otros y la falsa  idea del amor. 

 Mientras continuamos la lectura,  pudimos conocer un poco más del  lugar de enunciación de la autora  desde su marco de creencias, ella  expresa que su fe está construida con  base al budismo y el cristianismo, y  poco a poco va invitando al lector a  una relación cercana con lo espiritual,  pues afirma que esta experiencia nos  permite una conexión entre nuestra  forma de pensar y de actuar conforme  a principios que tengan en cuenta a los  seres. Aunque esta perspectiva nos  pareció interesante porque cuestiona  el hecho de que la religión ayude a  construir más desigualdades y a  perpetuar el capitalismo, en ocasiones  percibimos una idea evangelizadora en  su escritura, que parece contrariar  toda esta postura crítica que también  expone sobre el sistema religioso, y  nos preguntarnos ¿cuándo propone  que sin lo espiritual no se puede  conocer el amor, se refiere solo a este  tipo de espiritualidad?, esto porque  hay una idea de sufrimiento y  sacrificio muy ligada a su religión,  basada en la biblia y en situaciones  como la vida de Jacob quien fue herido  por un ángel mientras luchaba por una  bendición. Esta idea de lucha nos  generó varios interrogantes: ¿cuáles  son los límites del amor? ¿Hasta qué  

punto debo luchar o sufrir por amor?  y ¿a qué se refiere específicamente con  el sufrimiento? sobre todo porque  como mujeres socialmente se nos ha  exigido a amar sin límites,  descuidando nuestro propio ser y  dando prioridad a los otros. 

 Lo anterior nos llevó a pensar que, si  bien nos parece interesante la historia  de vida de la autora, en algunos  momentos leemos algunas ideas  generalizadas y su intención de  mostrarnos todo sobre el amor, un  poco ambiciosa. Desde su experiencia  personal, sus comprensiones parten  desde un amor romántico  heretonormativo, monogámico, donde  también cabe reconocer el lugar  geográfico desde el que se posiciona,  sus posibilidades, su contexto social,  su contexto familiar y todo este  entramado que tiene influencia en  nuestras experiencias de vida, por lo  tanto, esto nos llevó a pensar en lo  pertinente de poder comprender que  no hay una idea absoluta sobre el  amor, que no conocemos todo sobre el  amor y que una experiencia personal  nunca podrá decirnos todo sobre el  amor. Nos preguntamos también, si  permitir que el lector llegue a esta  reflexión era precisamente la intención de la autora con este título  sugestivo. 

 Después de cuestionar, releer,  compartir nuestras opiniones sobre el  libro, pudimos reconocer que no  podemos saber todo sobre el amor,  pero conocer experiencias y  reflexiones como las de bell, nos  permite explorar un poco más sobre él.  Entre los aprendizajes valiosos que  nos deja esta experiencia lectora, está  el entender la transversalidad del  amor, que nos lleva a repensar otras  formas de vivirlo, ya sea en la  comunidad, en la pareja o en la familia  y nos da la posibilidad de dejarnos  atravesar por otras experiencias y  aprender de ellas. En una sociedad  donde cada vez son más persistentes  las acciones violentas y carentes de  empatía que desconocen las emociones  de los otros y las otras, nada sería más 

importante que intentar aprender  todo sobre el funcionamiento del  amor, sobre cómo aplicar en nuestra  vida el cuidado, compromiso,  confianza, conocimiento,  responsabilidad y respeto, como  dimensiones del amor. Ojalá se  pudieran recibir clases intensivas  sobre cómo amar desde el inicio de  nuestros procesos de crianza, sin  embargo, lo único que recibimos es la  experiencia de amor de las personas  cercanas, y de sus manifestaciones de  afecto aprendemos a construir una  definición del amor que puede llegar a  ser positiva o negativa, y que marca la  pauta en nuestro modo de  relacionarnos y aceptar a las y los  demás. 

 Entonces… ¿Se puede saber todo  sobre el amor? Pensamos que cada  persona tiene una percepción sobre el  amor, y que la construye con base en  sus procesos vivenciales. El amor es  tan diverso como el ser humano  mismo, y sus formas de manifestarse  tan amplias como el propio mundo,  por ello, para saber todo sobre el amor  bastaría con conocer todas las formas  posibles de ser y estar en el mundo, así  que en lugar de ambicionar saber todo  sobre el amor y quizá idealizarlo,  podríamos centrarnos en  problematizarlo tal como lo hace bell  hooks, y cuestionarnos si la forma en  la que amamos y nos aman, contribuye  a nuestro crecimiento personal y a  vivir conforme a una ética del amor,  que presupone que tenemos total  derecho a sentirnos libres, y a tener  una vida plena y hermosa. 

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