El mundo guardó silencio cuando morimos, es la frase que guia y da cuerpo a la lectura de Medio Sol Amarillo, escrita por Chimamanda Ngozi Adichie, una novela que transcurre en Nigeria, país de África occidental, y que cuenta como la guerra de manera lenta, y a veces, de forma rápida, va carcomiéndose la vida, va rumiendo las bases de las casas, hasta que ya no queda nada, y todo se desborda en sangre, dolor y desarraigo. Incluso, cuenta, como el sol se esconde ante la desgracia, y calla, de aquelles que son perseguides por su lengua Igbo, por habitar ese pedazo de tierra caliente que nunca descansa de las manos gigantes de afuera, que los rodea, que la mira desde la explotación y el extractivismo, sembrando, primero el colonialismo, con sus inventos de raza, y después, la guerra, en África, en Nigeria, en el mundo entero, occidente otra vez.
Sin embargo, la Nigeria que retrata Chimamanda, es la república independiente de la década de 1960, que se mueve entre los fuertes vestigios del colonialismo y las apuestas nacionalistas, luchando incansablemente por encontrar su independencia, pero sin poder escaparse de la guerra que se vuelve una realidad, un trazo del colonialismo, que se estira, y que lleva a la autora a decir, en sus páginas “Nos están matando como hormigas”, “Han muerto 500 personas igbo”, pero allá afuera, el mundo guarda silencio cuando morimos, así también guardó silencio, cuando esclavizaron a nuestros ancestres, y el mar calló, al igual que el sol.
Así guardó silencio, cuando ahora la guerra florece como un tallo, una sub semilla del colonialismo, que en África, y en Nigeria, se reproduce con el “divide y vencerás”, desde la repartición de África con el tratado de Berlín, desde la explotación e invasión militarizada, no, desde que se usaron las armas, y la artillería se modernizó, no, desde que África fue esclavizada, sigue siendo perseguida, desde que el Abya Ayala fue invadida, y explotada, desde cuando el mundo guarda silencio cuando la gente muere, sin importar su etnia, su posición, su continente, su religión, su lengua.
De tal manera, la lógica colonial sigue produciendo, ordenando y fragmentando las relaciones sociales en todas las dimensiones posibles: desde las personales y afectivas, cruzando las identitarias y las nacionales. Los continentes de África y América junto a sus naciones han sido fracturadas por la deshumanización y explotación europea, lo cual es una expresión del (des)orden hegemónico que ha dividido países sin importar las realidades territoriales y las propias formas de organización de sus habitantes. En Medio Sol Amarillo se narran las rupturas de Nigeria en la década de los 60, y en un país como Colombia se pueden reconocer en las maneras en la que se han configurado sus regiones, bajo la idea de la raza y los destierros continuos hacia las comunidades negras, indígenas y ROM. Una y otra vez en el continente madre y en el de América Latina se han impuesto reconfiguraciones socio-espaciales violentas para el beneficio de las potencias europeas y de Estados Unidos en la historia más reciente.
De igual manera, el colonialismo ha generado rupturas en la manera en la que se construyen las identidades étnicas. Las identidades de la diáspora africana están enmarcadas entre la continuidad teniendo como centro a África y la ruptura/discontinuidad de la trata esclavista y la colonización. Es decir, aunque el referente identitario principal de la diáspora sea África, hay diferencias profundas provocadas por la herida y las resistencias. Estas fragmentaciones en los nombres y definiciones sobre el propio ser también han sido impuestas a la diversidad étnica en Nigeria aunque con otra experiencia histórica. Reconocerse y construirse a sí mismo como individuo y sujeto colectivo es un ejercicio de agencia y resistencia que no es sencillo en un sistema que se debe a la colonia. Del mismo modo, la colonialidad ha separado internamente a las comunidades, por lo que se han destrenzado las redes de afecto y apoyo que están en la tarea interminable de fortalecerse a través de la solidaridad, la conciencia y un horizonte donde ser en los propios términos sea posible.