Un domingo mientras esperábamos la llegada de las jóvenes afrodescendientes, convocadas para un taller sobre identidad étnica organizado por nuestra asociación en el barrio el Plumón de la ciudad de Pereira, una de las chicas más extrovertidas y alegres del grupo ingresa a la caseta un tanto molesta y nos comparte una anécdota que le acababa de ocurrir mientras se dirigía al lugar.
El conductor de la rapimoto que la transportó al lugar, un joven blanco y “hermoso”, en evidente plan de conquista empezó a hacerle preguntas personales y ella que se sentía atraída por él, le respondía animadamente, una de las preguntas fue ¿usted de dónde es?, a lo que ella de manera natural respondió, “de Pereira”, el joven hizo una pausa y la conversación continuó entre chanzas y risas; al llegar al destino, le preguntó nuevamente, pero dígame la verdad ¿usted de donde es?. Ésta última pregunta la tomó de sorpresa, y en el fondo le generó cierta molestia a lo que prefirió no responder y dar por terminado el coqueteo.
La joven llegó al taller molesta y algo triste, mientras comentaba lo ocurrido, varias de las otras jóvenes allí presentes empezaron a compartir anécdotas similares, y después nosotras las talleristas quizá 15 o 20 años mayores que ellas, también teníamos historias similares que contar.
¿Por qué es tan difícil creer que una persona negra puede haber nacido en ésta ciudad? Pereira es un territorio con presencia histórica de gente afro, se puede decir que existen varias generaciones de personas afro que han nacido en esta tierra, y para esas personas la búsqueda constante de una identidad propia es toda una aventura, en ocasiones dolorosa, imaginen unos chicos y chicas de piel negra, que nacen y desarrollan su existencia en ésta ciudad, sus padres que en ocasiones son de origen chocoano, caucano o valluno, les transmiten un poco de su acento al hablar, sus gustos culinarios, entre otros, pero como estos chicos también conviven con las personas de Pereira, adquieren algo del acento paisa, y algunas costumbres de la región; finalmente quieren pertenecer a algún lugar, pero se dan cuenta que no son ni de aquí ni de allá.
Este tema tan cotidiano para la gente negra que vive en ciudades del centro del país, es descrito magistralmente por LUCÍA ASUE MBOMIO RUBIO, autora del libro HIJA DEL CAMINO, quien hace una descarnada radiografía de lo que es no pertenecer a ningún lugar, y aunque la trama de su texto se desarrolla en el lejano país de España, cada palabra, cada situación, nos resulta tan cercana, tan cercana que parece escrita por alguna de nosotras.
Los seres humanos siempre hemos sentido esa constante necesidad de aprobación, de sentir un arraigo, un lugar al cual pertenecer, cuando no nos sentimos satisfechos tenemos la opción de migrar, pero siempre queremos sentirnos bienvenidos, cada página de este libro detona un sin fin de emociones y sentimientos muy fuertes para quienes sentimos en carne propia esas experiencias. Es un libro que todos deberíamos tener la oportunidad de leer.