“¿Qué quieren? ¿Una galleta por no golpear, violar o amenazar a las mujeres?”.
En este conjunto de ensayos la escritora aborda el tema de la desigualdad entre mujeres y hombres junto con la violencia de género.
Solnit narra su experiencia personal y coloca sobre la mesa otro ejemplos reales de cómo los hombres muestran comportamientos autoritarios y patriarcales, desvirtuando e invisibilizando los aportes y capacidades de las mujeres; con el fin de que la única verdad y realidad, sea la de ellos, sin tener el más mínimo conocimiento.
Todas sabemos de qué está hablando Rebeca y algunas veces lo dejamos pasar, casi siempre lo dejamos pasar. Es una sensación espantosa que nos permite cuestionarnos ¿Qué lugar ocupamos en este mundo?
Cuando se tocan este tipo de temas, siempre hay una conclusión a nivel global y es que sí, hay mujeres que hacen eso, no obstante la balanza siempre arroja una constante a una misma dirección y siempre es la masculina. Hay una desigualdad muy grande en cuestión de género y siempre se habla de la parte privilegiada que no están interesados en cambiar una sociedad, porque es cómoda para ellos.
Hay un dato curioso y es que Solnit asegura que la violencia es de género y no de raza; y decimos “curioso” porque la mayoría de los ejemplos fueron con hombres afroamericanos y mujeres afroamericanas, entonces allí su discurso pierde un poco de credibilidad porque está minimizando la lucha negra, porque sí, la violencia es una cuestión de género, pero también es una cuestión de raza.
La autora toca el racismo como algo externo y siempre lo compara con la misoginia. Se debió hablar de feminismo negro cuando se tuvo la oportunidad. Quizás se piense que ella como una mujer blanca no deba hablar de un tema que no le compete, pero entonces volvemos al tema anterior sobre violencia de género y raza y analizamos que aquí sí lo hizo.
“Pero los hombres que explican cosas aún asumen que soy, en una obscena metáfora fecundadora, un recipiente vacío que puede ser rellenado con su sabiduría y su conocimiento”.
“¿Qué quieren? ¿Una galleta por no golpear, violar o amenazar a las mujeres?”.
En este conjunto de ensayos la escritora aborda el tema de la desigualdad entre mujeres y hombres junto con la violencia de género.
Solnit narra su experiencia personal y coloca sobre la mesa otro ejemplos reales de cómo los hombres muestran comportamientos autoritarios y patriarcales, desvirtuando e invisibilizando los aportes y capacidades de las mujeres; con el fin de que la única verdad y realidad, sea la de ellos, sin tener el más mínimo conocimiento.
Todas sabemos de qué está hablando Rebeca y algunas veces lo dejamos pasar, casi siempre lo dejamos pasar. Es una sensación espantosa que nos permite cuestionarnos ¿Qué lugar ocupamos en este mundo?
Cuando se tocan este tipo de temas, siempre hay una conclusión a nivel global y es que sí, hay mujeres que hacen eso, no obstante la balanza siempre arroja una constante a una misma dirección y siempre es la masculina. Hay una desigualdad muy grande en cuestión de género y siempre se habla de la parte privilegiada que no están interesados en cambiar una sociedad, porque es cómoda para ellos.
Hay un dato curioso y es que Solnit asegura que la violencia es de género y no de raza; y decimos “curioso” porque la mayoría de los ejemplos fueron con hombres afroamericanos y mujeres afroamericanas, entonces allí su discurso pierde un poco de credibilidad porque está minimizando la lucha negra, porque sí, la violencia es una cuestión de género, pero también es una cuestión de raza.
La autora toca el racismo como algo externo y siempre lo compara con la misoginia. Se debió hablar de feminismo negro cuando se tuvo la oportunidad. Quizás se piense que ella como una mujer blanca no deba hablar de un tema que no le compete, pero entonces volvemos al tema anterior sobre violencia de género y raza y analizamos que aquí sí lo hizo.
“Pero los hombres que explican cosas aún asumen que soy, en una obscena metáfora fecundadora, un recipiente vacío que puede ser rellenado con su sabiduría y su conocimiento”.