Mujeres del alma mía es un libro autobiográfico de «conversación informal», como su autora lo describe, que transmite a modo de flujo de conciencia una mirada de su vida y su relación con el feminismo, la familia, las pasiones, la amistad, la vejez y, sobre todo, la escritura.
A partir de la lectura de esta obra pretendemos desde el círculo de lectura Lee Mi Alma contar nuestra experiencia de leer en conjunto y de compartir las diversas perspectivas sobre la manera en que la autora abordó las temáticas antes mencionadas.
Si bien el texto de Allende intenta tratar temáticas feministas, deja sin resolver algunos asuntos centrales o ejes de este. Desde una historia informal logra atrapar a los lectores y llevarlos hasta el final del libro, pero, al mismo tiempo, deja un sinsabor por la falta de rigor y de profundidad que el tema de feminismo requiere.
La autora nos entrega pinceladas sobre el concepto de movimiento y estallido feminista, la reivindicación de los derechos humanos, sexuales y reproductivos y los estigmas y expectativas que se le asignan a la mujer desde un rol de género establecido.
Consideramos que, desde una posición de privilegio, Allende nos cuenta, sin dar muchos detalles técnicos o información a profundidad, lo que para ella es feminismo usando el humor como parte de su narrativa y trata de forma superficial problemáticas que nos atraviesan a todas como mujeres. La sátira como tal es un género complejo y que a la luz de la temática tratada consideramos que el texto nos alejó un poco de las expectativas por las cuales nos acercamos a él. No con esto queremos desconocer el talento de la autora, solo expresamos lo que sentimos al leer esta obra en particular.
Regresando al tema del privilegio, fue un asunto que discutimos con ahínco desde las visiones y experiencias de cada una de las integrantes del círculo, revisando paso a paso el texto y explorando otras miradas actuales feministas notamos que en situaciones como la migración o el exilio Allende no logró transmitir ni conectarnos con otras narrativas diferentes a su propia perspectiva como migrante, esposa, amiga, y escritora.
Los conceptos de deshumanización, desarraigo, desasosiego, miedo, nostalgia o territorio fueron elementos ausentes en este libro o tratados superficialmente.
Respecto a la forma en cómo está conectado el libro nos sorprendió la facilidad con que se pasa de un tema a otro sin darnos tiempo a cuestionamientos o conversaciones entre lector y autor; muchas inquietudes surgieron posteriores a la lectura, temas asociados a los movimientos, luchas y victorias feministas que nos dan apertura a la investigación y a buscar información alterna para hacer un complemento a las iniciativas planteadas por la autora en esta obra.
Existieron en el libro frases y párrafos que nos emocionaron y de los cuales subrayamos sus líneas, conversamos, nos contamos historias e incluso de seguro serán frases que nos llevarán a la acción en el rol activo que cumplimos como mujeres. Logramos completar nuestra lectura conjunta, conversar sobre las percepciones, sobre nuestras historias y, lo más importante, sobre la importancia de la acción, lo que deja ver la experiencia e impacto de la autora para narrar historias.
Una temática en particular nos llamó mucho la atención y que queremos destacar: el relato de su vejez que nos permitió poner en evidencia el miedo de nuestra sociedad a envejecer y morir, la importancia del bienestar hacia finales de la vida y del cuidado del otro en esa etapa. Hace un recuento interesante a partir de su propia vida, claramente desde su mirada, una opinión muy propia y no tan masiva a la luz de las miles de vidas de mujeres que no cuentan con educación, garantías y las herramientas para dedicarse a cumplir sus sueños. Deja a un lado en su relato la interseccionalidad y la vivencia de mujeres racializadas, de diversidad de clases sociales, que vivimos un sinnúmero de violencias, pobreza, hambre, conflictos y desigualdades.
Dos historias en particular nos llamaron mucho la atención: la historia de su madre Panchita a quien admiró tanto como reprochó por no tener el valor de ir en contra de la sociedad machista y patriarcal chilena y dedicarse a la pintura, que tan bien se le daba, y la historia de la creación de su fundación después de la muerte de su hija Paula y de un viaje a India lo que la llevó a apoyar, cuidar y protege a niñas, jóvenes y mujeres maltratadas y con alto riesgo de sufrir todo tipo de violencias.
Finalmente, Allende explora las desigualdades sufridas por las mujeres, el sistema patriarcal en el que creció y que le enseñó de las experiencias vividas con su abuelo Agustín la necesidad de valerse por sí misma y no depender de nadie, y de allí se desemboca una serie de datos e informes que ella comparte con los lectores para explicar su visión del feminismo o de la falta de éste en las culturas y sociedades en las cuales se desenvuelve. Esto lo vive ella misma al recibir muchos años después del éxito de sus obras a nivel mundial el Premio Nacional de Literatura de Chile, pues como Allende misma dijo: una mujer debe demostrar dos veces más que un hombre su valía.
En resumen, consideramos que este libro deja en su narrativa solo la punta del iceberg de los conceptos principales, pero sin la profundidad que esperábamos. No obstante, como círculo nos complace investigar y abrirnos en conversaciones con otras mujeres para entender en detalle la temática abordada.
Finalmente, del recorrido de su vida que apreciamos en el libro nos queda una pregunta: ¿Qué queremos como feministas? Inquietud que detonaría, a nuestro parecer, una interesante discusión y diálogo que enriquecería al feminismo mismo y a la experiencia personal de cada una de las mujeres lectoras.
