I. ¿Por qué migramos?
En Colombia, la migración interna entendida como el desplazamiento que realizan las personas dentro del territorio nacional, particularmente desde áreas rurales a áreas urbanas o entre diferentes regiones del país, ha sido uno de los fenómenos socioeconómicos más importantes y complejos en materia de desarrollo. Este patrón migratorio ha transformado las dinámicas sociales mismas de la población. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL (2023), estos flujos migratorios pueden deberse a una variedad de factores de tipo económico, político, social y cultural que intervienen en las decisiones para moverse espacialmente ya sea de manera voluntaria o de manera obligatoria.
Entre los principales factores causantes de este fenómeno se encuentran: el conflicto armado interno, el desplazamiento forzado, la pobreza y falta de oportunidades, y la misma desigualdad que concentra recursos y oportunidades en las áreas urbanas, provocando un desplazamiento hacia zonas desarrolladas en busca de refugio y acceso a mejores condiciones de vida. Para el caso de nuestro departamento, el Cauca históricamente ha estado ceñido por todas las guerras que han atravesado al país, puesto que las dinámicas del conflicto armado en el departamento se caracterizan por la presencia histórica de grupos armados; situación que se hace aún más compleja por las confrontaciones sociales como consecuencia de los altos niveles de pobreza. Según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2018, del total de habitantes en el departamento del Cauca, el 18,81% tienen Necesidades Básicas Insatisfechas, y el 3,28% se encuentran en miseria. Esta contextualización nos permite comprender los efectos ocasionados por la migración interna y el desafío que representa para las comunidades migrantes que han visto afectada su propia identidad.
En consecuencia encontramos: un aumento poblacional significativo en áreas urbanas que han generado una mayor demanda en servicios básicos como vivienda, educación, salud y transporte; así como una concentración de la pobreza por las dificultades en el acceso a empleo y vivienda que ha causado un auge en asentamientos con condiciones de vida precarias. Mientras el encuentro en las áreas urbanas entre diferentes grupos étnicos con tradiciones y costumbres propias ha impactado su devenir de modo positivo mediante un enriquecimiento cultural y diverso, y a su vez, un desafío en términos de integración y cohesión social, afectando el desarrollo de las comunidades rurales y el campo por la disminución en recursos humanos y mano de obra.
II. Migrando a través de la novela
Desde la mirada cautivadora de Lucía Mbomio, la novela “Hija del Camino” nos embarca en la vida y las experiencias de Sandra Nnom, una joven mujer negra que siente debatirse entre dos mundos pero siempre al margen, al ser hija de madre blanca española y de padre negro ecuatoguineano, llevándonos en su travesía migratoria para hallar su identidad sin etiquetas, junto a los desafíos y adversidades que enfrenta en su andar como la discriminación a la que es sometida. Esta historia nos lleva a abordar temas profundos como la migración, la identidad, el amor y la búsqueda de la libertad.
Es así como el libro es la sumatoria de ires y venires de la vida de una joven mujer negra, nacida en España e hija de un hombre migrante africano. Esta narración es presentada mediante un intercambio atemporal entre episodios y sucesos determinantes en los caminos transitados por la protagonista, para ello la novela se estructura en tres partes.
En la primera parte conocemos a Sandra, quien vive en Londres y trabaja en una zapatería. Desde la narración de sus primeros años de vida familiar y escolar nos plantea la inquietud por la identidad atravesada por el racismo desde los micro racismos, la xenofobia hasta los delitos de odio. Algunos sucesos de la vida infantil de Sandra y su hermana Sara reflejan múltiples problemáticas, haremos énfasis en dos específicamente: los estereotipos raciales y de género y la vulnerabilización de los territorios que mayoritariamente habitan poblaciones negras. Los estereotipos raciales se evidencian en la sexualización del cuerpo de las mujeres negras, la justificación de las buenas cualidades que da la pareja de Sandra a su familia para contar sobre su relación, la búsqueda por situarse dentro de un canon de belleza blanca y los roles de género asignados a las jóvenes tanto en las tareas de cuidado y la búsqueda de un hombre que garantice estabilidad económica.
Por otro lado, se alude a la relación estrecha entre las condiciones de pobreza y ausencia de derechos básicos en los lugares que residen las personas negras, ante lo cual surge una vergüenza por ocupar estos espacios desprovistos de atención estatal.
En una segunda parte, se expone y ejemplifica el tema del colorismo entendiéndose como una jerarquización determinada por la tonalidad de piel o la pigmentación. Esto remite a un entramado complejo y controversial sobre la racialización de las personas afrodescendientes y al interior de los grupos racializados que puede desencadenar en expresiones de discriminación racial entre los mismos integrantes, lo que se denomina endorracismo o endodiscrminación. Esta problematización invita a tener una concepción amplia sobre la negritud y sus múltiples expresiones y con ello no invalidar ninguna experiencia de autoconocimiento y proceso de construcción de identidad.
Finalmente, el tercer apartado nos lleva a la cumbre de su travesía y al desencuentro con su idea de hallar el origen de su identidad. Sandra llega a Guinea Ecuatorial en donde choca con todo el imaginario que tenía de guineana, porque “no basta con el color para creer que eres o perteneces a un lugar”. Con una mirada perspicaz en este apartado nos presenta de manera la realidad sociopolítica de Guinea Ecuatorial, abordando temas como la corrupción, la diferenciación social y el clasismo, la desigualdad, la pobreza, la explotación infantil, la explotación sexual, el problema de salud pública de acceso y las infecciones por transmisión sexual, discriminación salarial, además de los efectos del colonialismo a través de la, satanización de las creencias y tradiciones por la idea de considerar a los guineanos como seres inferiores.
Entonces, el cuestionamiento constante sobre el reconocimiento étnico que enfrenta la protagonista es la línea transversal en su historia de vida, esa duda permanente sobre quien es, no solo está dada por cada contexto del que alguna manera ha hecho parte sino además por las relaciones sociales que dibujan un panorama diferente en cada lugar y la convivencia de sus identidades, que se conocen, redefinen y construyen en cada camino o vereda transitada.
III. Hijas del camino
Desde el “ser mujeres afrodescendientes y campesinas” quienes hemos realizado procesos de migración voluntaria, impulsada por la motivación y el deseo de oportunidades de aprendizaje y profesionalización, nuestras experiencias se cruzan entre habitar espacios que nos desconocen y preguntan por nuestros orígenes, y construir identidades propias. De fondo se encuentran contextos rurales carentes de garantías para el acceso a derechos básicos y marcadas brechas de inequidad. A la par, extensos campos de sembrados reflejan la incansable labor de las familias campesinas que cimientan e impulsan el inicio de un camino que por primera vez es transitado: el ser estudiante de primera generación u obtener una oferta laboral.
Este tránsito de fronteras municipales dentro del departamento del Cauca coinciden en el arribo a una ciudad colonial y universitaria, es aquí donde estudiantes foráneos se asientan por unos cuantos años y otros transitan hacia el sur. Es aquí, donde al llegar a las aulas universitarias o a los barrios, se curiosea sobre acentos y procedencias. Esta vivencia se hace repetible en otros lugares visitados y siempre es necesario responder a la pregunta sobre el donde nacimos, aunque este lugar se remita al recuerdo grato de los primeros años de infancia. La herencia colonial en la que se asienta Popayán se refleja tanto en su arquitectura física como en los imaginarios de superioridad y moralidad, repercutiendo en acciones de discriminación y racismo hacia poblaciones étnicas percibidas como inferiores o propias de zonas distantes. Prevalecen los imaginarios excluyentes y los estereotipos de género y raciales, y desafortunadamente están arraigados profundamente.
A lo mejor no se trata de moverse sino de reconocerse, es una frase que nos hizo reflexionar profundamente sobre nuestras historias, las vidas de nuestros padres y madres, la importancia del cimiento familiar y el dimensionar lo significativo de la construcción identitaria en contextos que determinan concepciones negativas sobre el ser campesino y afrodescendiente, por lo cual resulta desafiante y empoderador defender identidades y fortalecer el auto reconocimiento, a pesar de los retos impuestos por una sociedad incluso la confrontación personal con ideas reduccionistas y sesgadas.
